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sábado, 25 de noviembre de 2017

Una visión de clase del 25 Nov. Día Internacional para la Eliminación de la violencia contra la Mujer

Hoy se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la Mujer. Esta fecha se ha de analizar  forzosamente unida a una visión científico, dialéctica e histórica para poder entender las claves de porque se producen esas violencias contra la mujer.

En el ideario colectivo de estas sociedades en las que nos integramos subyace la idea de que toda relación de pareja ha de conformarse como una familia, a la cual se la ve como un ente natural, devenida en el tiempo, como algo inamovible, inmutable. Lejos de ser cierto, la realidad es que las relaciones de pareja han ido cambiando y complejizándose a lo largo del tiempo, desde el inicio de la Humanidad Pongamos como ejemplo a familias en las que las uniones se producían entre los hermanos varones con el grupo de las esposas de los varones hermanados y las mujeres hermanas se unían con los esposos de las hermanas (familia punalua), o también la convivencia de un hombre con una mujer, teniendo éste permitido la poligamia y la infidelidad (familia sindiásmica), o la de origen consanguíneo, es decir unidos únicamente por lazos sanguíneos. 

Como vemos la familia y sus relaciones interpersonales han ido mutando según el paso del tiempo, estableciendo a cada paso una división social intrínseca al momento referido, lo cual haría desmentir la conciencia esa de inmutabilidad que comentábamos al principio.

Efectivamente, junto a la aparición de las clases sociales en el siguiente estadio del esclavismo, aparece el Estado, como instrumento de la clase dominante, dándose un salto cuantitativo a las relaciones donde a la mujer se le confiere un papel subsidiario del hombre, ya que aparece en el ordenamiento jurídico la familia monogamica como método de aseguramiento de los bienes de la línea parental. He aquí la manera por la cual prevalecía un orden de dominación inicial que restringía a las mujeres unos derechos de igualdad similares a los del hombre. Es aquí donde se agudiza una cosmovisión patriarcal, una configuración predominantemente machista, bien ayudada desde temprano por la Iglesia, que infiere en todos los órdenes de la vida. En este punto habría que decir que el vocablo familia, deriva de la voz latina “famulus”, que significa la propiedad que tiene el esclavista, ya sean compradas o por unión carnal.

En el siguiente estadio podríamos encontrar el orden burgués, una vez tumbado el Antiguo Régimen. Aquí, una vez consolidada una posición de dominio masculino amparado por las leyes de la clase burguesa ya en el poder, establecía un carácter de conveniencia económica a las uniones entre los integrantes de las clases dominantes, al estilo de un contrato mercantil, donde la mujer era la parte más débil, recordemos las dotes que debía aportar la mujer para poder contraer matrimonio o las terribles normas que impedían su emancipación. A diferencia de estas costumbres, en las uniones al interior de las clases menos favorecidas era el cariño, el desinterés la nota predominante, pero enclavadas dentro de un marco estructural desigual. 

Es ahí cuando dentro de todo el proceso histórico se aprecia el papel discriminatoria hacia la mujer, fundamentando un orden injusto y desigual, asumido como un todo dentro del orden del nuevo sistema económico que empezaba a vislumbrarse. Un sistema capitalista, el cual a la mujer, se le reservaba un doble papel de explotación, el asignado como integrante de la clase proletaria en el nuevo modo de producción y el reservado en su propio hogar. Reproducción de la fuerza de trabajo y reproducción de la vida humana, como claves de sostenimiento de una plusvalía que el capitalista, sobre todo esta última no remunera. Y recordemos que cuando hablamos de  reproducción de la vida humana lo hacemos referida a todas las actividades que hacen posible la recarga de los elementos básicos para estar en las condiciones físicas y subjetivas y poder producir los bienes de producción, y reproducción humana al propio de renovar la fuerza de trabajo al traer más niños y niñas al mundo.

La violencia hacia las mujeres es un hecho intrínseco, inseparable al de un modo de producción como es el capitalista, altamente perjudicial para la mayoría de las personas que componemos las sociedades capitalistas. El asesinato, el maltrato, la violencia hacia las mujeres se asienta en una cosmovisión estructurante global dimanada del orden capitalista machista y patriarcal.

Por eso cuando organizaciones políticas, empresariales, etc. como PP, C´s, o FEDA que perseveran en el mantenimiento de este orden social, aparecen en manifiestos o en legitimas concentraciones por las mujeres para reclamar el fin de la violencia hacia ellas, me acuerdo de como defienden los vientres de alquiler, auténtica caracterización de la explotación de las mujeres más débiles al servicio sus vientres del mercado. No olvido como el PP o C´s se han opuesto en innumerables veces al Derecho a decidir sobre su cuerpo, a poder abortar cuando la mujer conscientemente haya decidido sea así. Me acuerdo de como son incapaces de legislar contra la explotación sexual de la prostitución, sacando a esas mujeres de esa realidad denigrante. No se me olvida de que la brecha salarial es una trinchera en la cual nunca han tomado medidas para hacerla desaparecer, sino más bien se escudan en el “dejar hacer” como buenos liberales de alta cuna. Se me vienen como imagen a mi cabeza campañas promovidas por ellos mismos en las que a las mujeres se les atribuye el rol encomendado por el sistema de madres abnegadas en el hogar y sirvientas del hombre, o también comentarios de sus propios dirigentes en la misma dirección. No paro de pensar en los incontables recortes y reformas laborales tramitados por los gobiernos tanto del PSOE como del PP en políticas, responsables de enviar a las mujeres de nuevo a casa a retomar las tareas domésticas, revitalizando los roles constituidos en el sistema.

Sin una conciencia elemental de salvación general es complicadísimo erradicar esta lacra, es inalcanzable la destrucción de la cosificación de la mujer para sus fines de máximo provecho económico, es imposible romper con la conciencia de dominación machista, a todo lo sumo, se llegarán a poner parches pero sin atacar el fondo del problema, que persistirá inmutable y a poco se relaje la presión volverán a reproducirse estas conductas aberrantes.

 Es legítimo participar en toda reivindicación, manifestación y movilización por la Eliminación de la violencia hacia las Mujeres, de hecho es una piedra de toque en las vías de concienciación colectiva del problema de esta lacra social, pero es esencial avanzar trabajando los 365 días del año en desbancar a este sistema desigual, injusto e inhumano del trono que ocupa y dar la batalla juntos hombre y mujeres por la emancipación del ser humano.

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