Con diez periódicos que hubieran tenido la misma valentía que la "Rheinische Zeitung" y cuyos editores se hubiesen gastado unos cientos de táleros más en composición se habría hecho imposible la censura en Alemania ya en 1843. Pero los propietarios de los periódicos alemanes eran filisteos mezquinos y miedosos, y la "Rheinische Zeitung" batallaba sola. Gastaba a un censor tras otro, hasta que, por último, se la sometió a doble censura, debiendo pasar, después de la primera, por otra nueva y definitiva revisión del Regierungspräsident. Más tampoco esto bastaba. A comienzos de 1843, el gobierno declaró que no se podía con este periódico, y lo prohibió sin más explicaciones.
Ya en febrero de 1849 Marx fue detenido acusado de incitar al rechazo del pago de los impuestos siendo condenado al destierro por haber «violado los derechos de hospitalidad». En enero de 1843 fueron publicados una serie de artículos que documentaban la negativa del gobierno a tener en cuanta las quejas de los campesinos locales. Un tono cada vez más desafiante y el creciente sentimiento demócrata entre la población, alejó al periódico cada vez más de las autoridades. El 21 de enero de 1843, el Consejo de Ministros de Prusia con la asistencia del rey, decidió que la Gaceta Renana debía ser surprimida.
La desesperación llevó a numerosos accionistas a exigir bajar el tono al periódico como último intento para evitar su cierre. Ante esto, Marx presentó su dimisión como director el 17 de marzo de 1843, sin que este movimiento pudiera frenar el cierre del periódico en su último número, impreso con tinta roja, los redactores del periódico recordaron que «la última palabra será en todo lugar, y siempre, la emancipación de la clase obrera.
Los intelectuales de la región vieron la supresión del periódico como una ofensa personal y se envió una delegación a Berlín en un intento de evitar el cierre definitivo del periódico.En ese momento los suscriptores rebasaban los 3000 y miles de ciudadanos firmaron peticiones solicitando su continuidad. Pero a pesar de todo, el rey prusiano Federico Guillermo IV se negó a concederles audiencia para exponer sus apelaciones y las recogida de firmas y llamamientos ciudadanos fueron ignorados.
Marx, que entretanto se había casado con la hermana de von Westphalen, el que más tarde había de ser ministro de la reacción, se trasladó a París, donde editó con A. Ruge los "Deutsch-Französische Jahrbücher", en los que inauguró la serie de sus escritos socialistas, con una "Crítica de la filosofía hegeliana del Derecho". En 1843 haría un tratado aún hoy muy tenido en cuenta llamado "Sobre la cuestión judía" (traducido del alemán: Zur Judenfrage), es un ensayo escrito por Karl Marx en el otoño de 1843, y publicado por primera vez en febrero de 1844 en el Deutsch-Französische Jahrbücher. Este ensayo es uno de los primeros intentos de Marx de lidiar con categorías que luego darán paso al concepto material de la historia.
Se considera a Sobre la cuestión judía entre los trabajos clásicos más importantes de filosofía política, por haber reformulado en términos tocquevilleanos el problema del interés general de Rousseau, asociando la plena ciudadanía con la colectivización de la sociedad convertida en vida genérica y total del hombre, y no con la participación en la colectividad de un Estado total en contradicción con la sociedad en la que se habita.
Los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 (también llamados "Cuadernos de París" constituyen por sí mismos un primer esbozo de la teoría crítica de Karl Marx.
De acuerdo con algunos autores (notablemente Louis Althusser) en estos trabajos aún puede distinguirse la influencia de la izquierda hegeliana en el pensamiento de Marx, por lo cual se ha llegando a establecer una diferencia sustancial relacionada con el posterior desarrollo teórico contenido en "El Capital", que tiene como resultado una pretendida división entre el joven Marx (hegeliano) y el Marx maduro, idea ésta formulada preferentemente por los estructuralistas marxistas del S. XX. No obstante, esta idea es ampliamente discutida desde el momento en que los argumentos que dan cuenta del llamado "proceso de enajenación" se sientan sobre las mismas bases que en la Crítica de la economía política.
Después, en colaboración con F. Engels, publicó "La Sagrada Familia. Contra Bruno Bauer y consortes", crítica satírica de una de las últimas formas en las que se había extraviado el idealismo filosófico alemán de la época y que desde el periodico Die Allgemeine Literaturzeitung, se dedicaba su antiguo compañero Bruno Bauer a criticar a Marx y Engels, reacio a todos los movimientos de la «masa» de la época, Bauer incidió particularmente sobre los puntos que más podían dividirlos. Como respuesta a esta crítica, y cuando la gaceta de Bauer había caído en el olvido apenas transcurrido un año, Engels y Marx escribieron esta obra, que en un principio pensaron en titular Crítica de la crítica crítica, contra Bruno Bauer y consortes pero que vio la luz como La sagrada familia. Una obra que, como los propios autores ya anunciaron entonces, sería precursora de sus posteriores escritos.
"La Ideología Alemana" fue redactada por Marx, en colaboración con Engels, durante su estancia en Bruselas, entre los años 1845 y 1846, aunque no fue editada hasta 1932. Supone un momento de ruptura con la herencia Hegel iana y feuerbachiana porque, según los autores, con este pensamiento especulativo no se podía construir un conocimiento científico de la realidad ni plantear su transformación revolucionaria. En esta obra comienza la elaboración de una nueva teoría científica de la sociedad capitalista y una crítica de todas las producciones teóricas que sustentaban el capitalismo, y de la filosofía en especial; es una exposición del nuevo materialismo –el materialismo histórico– que hace a partir de la crítica de la concepción idealista de la historia en la filosofía alemana. También es una crítica al concepto de ideología que circulaba en el momento; para Marx y Engels, la ideología no es solo el conjunto de ideas y valores de una sociedad en un momento dado, sino la falsa conciencia de una sociedad basada en los intereses de la clase que domina en esa época histórica.
Marx trasladó su residencia a Bruselas, donde, en 1847, publicó en lengua francesa la "Miseria de la Filosofía", crítica de la "Filosofía de la Miseria", de Proudhon, y, en 1848, su "Discurso sobre el libre cambio". Al mismo tiempo encontró ocasión de fundar en Bruselas una Asociación de obreros alemanes, con lo que entró en el terreno de la agitación práctica.
Esta adquirió todavía mayor importancia para él al ingresar en 1847, en unión de sus amigos políticos, en la Liga de los Comunistas, liga secreta, que llevaba ya largos años de existencia. Toda la estructura de esta organización se transformó radicalmente; la que hasta entonces había sido una sociedad más o menos conspirativa, se convirtió en una simple organización de propaganda comunista -secreta tan sólo porque las circunstancias lo exigían-, y fue la primera organización del Partido Socialdemócrata Alemán.
La Liga existía dondequiera que hubiese asociaciones de obreros alemanes; en casi todas estas asociaciones, en Inglaterra, en Bélgica, en Francia y en Suiza, y en muchas asociaciones de Alemania, los miembros dirigentes eran afiliados a la Liga, y la participación de ésta en el naciente movimiento obrero alemán era muy considerable. Además, esta Liga fue la primera que destacó, y lo demostró en la práctica, el carácter internacional de todo el movimiento obrero; contaba entre sus miembros a ingleses, belgas, húngaros, polacos, etc., y organizaba, principalmente en Londres, asambleas obreras internacionales.
La transformación de la Liga se efectuó en dos congresos celebrados en 1847, el segundo de los cuales acordó la redacción y publicación de los principios del partido, en un manifiesto que habían de redactar Marx y Engels. Así surgió el Manifiesto del Partido Comunista que apareció por vez primera en 1848, poco antes de la revolución de Febrero, y que después ha sido traducido a casi todos los idiomas europeos.
La "Deutsche-Brüsseler-Zeitung", en la que Marx colaboraba y en la que se ponían al desnudo implacablemente las bienaventuranzas policíacas de la patria, movió nuevamente al Gobierno prusiano a maquinar para conseguir la expulsión de Marx, pero en vano. Mas, cuando la revolución de Febrero provocó también en Bruselas movimientos populares y parecía ser inminente en Bélgica una revolución, el Gobierno belga detuvo a Marx sin contemplaciones y lo expulsó. Entretanto, el gobierno provisional de Francia, por mediación de Flocon, le había invitado a reintegrarse a París, invitación que aceptó.
En París, se enfrentó ante todo con el barullo creado entre los alemanes allí residentes, por el plan de organizar a los obreros alemanes de Francia en legiones armadas, para introducir con ellas en Alemania la revolución y la república. De una parte, era Alemania la que tenía que hacer por sí misma la revolución, y de otra parte, toda legión revolucionaria extranjera que se formase en Francia nacía delatada, por los Lamartines del gobierno provisional, al gobierno que se quería derribar, como ocurrió en Bélgica y en Baden.
Después de la revolución de marzo, Marx se trasladó a Colonia y fundó allí la "Neue Rheinische Zeitung", que vivió desde el 1 de junio de 1848 hasta el 19 de mayo de 1849. Fue el único periódico que defendió, dentro del movimiento democrático de la época, la posición del proletariado, cosa que hizo ya, en efecto, al apoyar sin reservas a los insurrectos de junio de 1848 en París, lo que le valió la deserción de casi todos los accionistas. En vano la "Kreuz-Zeitung" señalaba el "Chimborazo de insolencia" con que la "Neue Rheinische Zeitung" atacaba todo lo sagrado, desde el rey y el regente del imperio hasta los gendarmes, y esto en una fortaleza prusiana, que tenía entonces 8.000 hombres de guarnición: en vano clamaba el coro de filisteos liberales renanos, vuelto de pronto reaccionario, en vano se suspendió el estado de sitio decretado en Colonia, en el otoño de 1848; en vano el Ministerio de Justicia del imperio denunciaba desde Francfort al fiscal de Colonia artículo tras artículo, para que se abriese proceso judicial; el periódico seguía redactándose e imprimiéndose tranquilamente, a la vista de la Dirección General de Seguridad, y su difusión y su fama crecían con la violencia de los ataques contra el gobierno y la burguesía.
Al producirse, en noviembre de 1848, el golpe de Estado de Prusia, la "Neue Rheinische Zeitung" incitaba al pueblo, en la cabecera de cada número, para que se negase a pagar los impuestos y contestase a la violencia con la violencia. Llevado ante el Jurado, en la primavera de 1849, por esto y por otro artículo, el periódico salió absuelto las dos veces. Por fin, al ser aplastadas las insurrecciones de mayo de 1849, en Dresde y la provincia del Rin, y al iniciarse la campaña prusiana contra la insurrección de Baden-Palatinado, mediante la concentración y movilización de grandes contingentes de tropas, el gobierno se creyó lo bastante fuerte para suprimir por la violencia la "Neue Rheinische Zeitung". El último número -impreso en rojo- apareció el 19 de mayo.
Marx se trasladó nuevamente a París, pero pocas semanas después de la manifestación del 13 de junio de 1849 el Gobierno francés lo colocó ante la alternativa de trasladar su residencia a la Bretaña o salir de Francia. Optó por esto último y se fue a Londres, donde ha vivido desde entonces sin interrupción. El libro que escribió a consecuencia de este periodo se llamó "La Lucha de clases en Francia" y describía en unos pocos capítulos, todos los apartados importantes de la revolución de 1848 a 1849, con la conclusión de la Derrota de la revolución!!. Pero lo que sucumbía en estas derrotas no era la revolución. Eran los tradicionales apéndices prerrevolucionarios resultado de relaciones sociales que aún no se habían agudizado lo bastante para tomar una forma bien precisas de contradicciones de clase: personas, ilusiones, ideas, proyectos de los que no estaba libre el partido revolucionario antes de la revolución de Febrero y de los que no podía liberarlo la victoria de Febrero, sino sólo una serie de derrotas.
En una palabra: el progreso revolucionario no se abrió paso con sus conquistas directas tragicómicas, sino, por el contrario, engendrando una contrarrevolución cerrada y potente, engendrando un adversario, en la lucha contra el cual el partido de la subversión maduró, convirtiéndose en un partido verdaderamente revolucionario.
La tentativa de seguir publicando la "Neue Rheinische Zeitung" en forma de revista (en Hamburgo, en 1850), hubo de ser abandonada algún tiempo después, ante la violencia creciente de la reacción. Inmediatamente después del golpe de Estado de diciembre de 1851 en Francia, Marx publicó "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" (Boston, 1852; segunda edición, Hamburgo, 1869, poco antes de la guerra). En 1853, escribió las "Revelaciones sobre el proceso de los comunistas en Colonia" (obra impresa primeramente en Basilea, más tarde en Boston y reeditada recientemente en Leipzig).
Después de la condena de los miembros de la Liga de los Comunistas en Colonia, Marx se retiró de la agitación política y se consagró, de una parte, por espacio de diez años, a estudiar a fondo los ricos tesoros que encerraba la biblioteca del Museo Británico en materia de Economía política, y de otra parte, a colaborar en "New-York Tribune", periódico que, hasta que estalló la guerra norteamericana de Secesión, no sólo publicó las correspondencias firmadas por él, sino también numerosos artículos editoriales sobre temas europeos y asiáticos salidos de su pluma. Sus ataques contra lord Palmerston, basados en minuciosos estudios de documentos oficiales ingleses, fueron editados en Londres como folletos de agitación.
Los Grundrisse (Bosquejos, en alemán) o “Elementos fundamentales para la crítica de la economía política” son una recopilación de anotaciones de Carlos Marx, completada entre agosto de 1857 y mayo de 1858.
Resultado de ese trabajo fueron ocho voluminosos cuadernos: los Grundrisse, el primer esbozo de El Capital (Das Kapital). Pero los Grundrisse también pueden considerarse como textos complementarios a El Capital, ya que en estos Marx alcanzó a desarrollar concepciones, explicaciones y elementos que quedaron fuera de la edición del primer tomo de esa obra (el único publicado por el propio Marx) y de los tomos siguientes publicados por Federico Engels. Hoy, con la distancia de 150 años, los Grundrisse muestran la persistente capacidad explicativa de Marx a la hora de explicar el modo capitalista de producir. Su capacidad para entender el papel histórico del capitalismo, en el que la creación de una sociedad cada vez más avanzada y cosmopolita en relación con las que le han precedido queda perspicazmente dibujado junto con la crítica de los obstáculos que el capitalismo pone a un desarrollo social e individual más completo. Por lo demás, los Grundrisse tienen un valor extraordinario, porque recogen un sinnúmero de observaciones (entre ellas, las que tienen que ver con el comunismo) que su autor no tuvo ocasión de desarrollar luego en ninguna parte de su incompleta obra.
Como primer fruto de sus largos años de estudios económicos apareció en 1859 la "Contribución a la crítica de la Economía política. Primer cuaderno" (Berlín, Duncker.) Esta obra contiene la primera exposición sistemática de la teoría del valor de Marx, incluyendo la teoría del dinero. Durante la guerra italiana, Marx combatió desde las columnas de "Das Volk", periódico alemán que se publicaba en Londres, el bonapartismo, que por entonces se teñía de liberal y se las daba de libertador de las nacionalidades oprimidas, y la política prusiana de la época, que, bajo la manto de la neutralidad, procuraba pescar en río revuelto. A propósito de esto, hubo de atacar también al señor Karl Vogt, que por entonces hacía agitación en pro de la neutralidad de Alemania, más aún, de la simpatía de Alemania, por encargo del príncipe Napoleón (Plon-Plon) y a sueldo de Luis Napoleón. Como Vogt acumulase contra él las calumnias más infames, infundadas a sabiendas, Marx le contestó en "El señor Vogt" (Londres, 1860), donde se desenmascara a Vogt y a los demás señores de la banda bonapartista de seudo-demócratas, demostrando con pruebas de carácter externo e interno que Vogt estaba sobornado por el imperio decembrino. A los diez años justos, se tuvo la confirmación de esto; en la lista de las gentes a sueldo del bonapartismo, descubierta en las Tullerías en 1870 y publicada por el gobierno de septiembre, aparecía en la letra "V" esta partida: "Vogt: le fueron entregados, en agosto de 1859... 40.000 francos".
En el "prólogo a su Contribución a la crítica de la economía política ", Marx ofrece una formulación integral de las tesis fundamentales del materialismo aplicadas a la sociedad humana y a su historia. He aquí sus palabras:
"En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.
"El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se erige una superestructura política y jurídica, y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social el que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas de ellas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre la revolución material producida en las condiciones económicas de producción, y que puede verificarse con la precisión propia de las ciencias naturales, y las revoluciones jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, de las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo.
Con la obra de la "Teoría de la Plusvalia" desenmascaró los desencadenantes de la explotación capitalista cuando el dinero se convierte en capital. La fórmula de la circulación de mercancías era: M (mercancía) -- D (dinero) -- M (mercancía), o sea, venta de una mercancía para comprar otra. Por el contrario, la fórmula general del capital es D -- M -- D, o sea, la compra para la venta (con ganancia). Marx llama plusvalía a este incremento del valor primitivo del dinero que se lanza a la circulación. Que el dinero lanzado a la circulación capitalista "crece", es un hecho conocido de todo el mundo. Y precisamente ese "crecimiento" es lo que convierte el dinero en capital, como relación social de producción particular, históricamente determinada. La plusvalía no puede brotar de la circulación de mercancías, pues ésta sólo conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de un alza de los precios, pues las pérdidas y las ganancias recíprocas de vendedores y compradores se equilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio, social, y no de un fenómeno individual. Para obtener plusvalía "el poseedor del dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía cuyo valor de uso posea la cualidad peculiar de ser fuente de valor", una mercancía cuyo proceso de consumo sea, al mismo tiempo, proceso de creación de valor.
Y esta mercancía existe: es la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo crea valor. El poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, valor que es determinado, como el de cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción (es decir, por el costo del mantenimiento del obrero y su familia). Una vez que ha comprado la fuerza de trabajo el poseedor del dinero tiene derecho a consumirla, es decir, a obligarla a trabajar durante un día entero, por ejemplo, durante doce horas. En realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo "necesario") un producto con el que cubre los gastos de su mantenimiento; durante las seis horas restantes (tiempo de trabajo "suplementario") crea un "plusproducto" no retribuido por el capitalista, que es la plusvalía. Por consiguiente, desde el punto de vista del proceso de la producción, en el capital hay que distinguir dos partes: capital constante, invertido en medios de producción (máquinas, instrumentos de trabajo, materias primas, etc.) -- y cuyo valor se trasfiere sin cambio de magnitud (de una vez o en partes) a las mercancías producidas --, y capital variable, invertido en fuerza de trabajo. El valor de este capital no permanece invariable, sino que se acrecienta en el proceso del trabajo, al crear la plusvalía.
Por lo tanto, para expresar el grado de explotación de la fuerza de trabajo por el capital, tenemos que comparar la plusvalía obtenida, no con el capital global, sino exclusivamente con el capital variable. La cuota de plusvalía, como llama Marx a esta relación, sería, pues, en nuestro ejemplo, de 6:6, es decir, del 100 por ciento. Dos son los modos principales para poder incrementar la plusvalía: mediante la prolongación de la jornada de trabajo ("plusvalía absoluta") y mediante la reducción del tiempo de trabajo necesario ("plusvalía relativa"). Al analizar el primer modo, Marx hace desfilar ante nosotros el grandioso panorama de la lucha de la clase obrera para reducir la jornada de trabajo y de la intervención del poder estatal, primero para prolongarla (en el período que media entre los siglos XIV y XVII) y después para reducirla (legislación fabril del siglo XIX).
Por fin, en 1867, vio la luz en Hamburgo el tomo primero de "El Capital, Crítica de la Economía política", la obra principal de Marx, en la que se exponen las bases de sus ideas económico-socialistas y los rasgos fundamentales de su crítica de la sociedad existente, del modo de producción capitalista y de sus consecuencias. La segunda edición de esta obra que hace época se publicó en 1872.Trató con ello de descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna", es decir, de la sociedad capitalista, burguesa. El estudio de las relaciones de producción de una sociedad dada, históricamente determinada, en su aparición, desarrollo y decadencia: tal es el contenido de la doctrina económica de Marx. En la sociedad capitalista impera la producción de mercancías; por eso, el análisis de Marx empieza con el análisis de la mercancía. Descubre que las premisas históricas para la aparición del capital son: primera, la acumulación de determinada suma de dinero en manos de ciertas personas, con un nivel de desarrollo relativamente alto de la producción de mercancías en general y la segunda, la existencia de obreros "libres" en un doble sentido -- libres de todas las trabas o restricciones impuestas a la venta de la fuerza de trabajo, y libres por carecer de tierra y, en general, de medios de producción --, de obreros desposeídos, de obreros "proletarios" que, para subsistir, no tienen más recursos que la venta de su fuerza de trabajo.
En la Asamblea se eligió un Consejo General provisional, con residencia en Londres. El alma de este Consejo General, como de los que le siguieron hasta el Congreso de La Haya, fue Marx. El redactó casi todos los documentos lanzados por el Consejo General de la Internacional, desde el Manifiesto Inaugural de 1864, hasta el manifiesto sobre la guerra civil de Francia en 1871.El libro que enunciaría todos estos análisis se llamó como el sucedido historico "Guerra civil en Francia" 1871, originalmente fue escrito en inglés, fue editado por primera vez en Londres aproximadamente el 13 de junio de 1871. Se sacaron mil copias de la obra en forma de folleto con 35 páginas. Como la primera edición se agotó muy rápidamente, se sacó una segunda edición en inglés de dos mil ejemplares y se vendió entre los obreros a un precio reducido.
La Guerra Civil en Francia es una de las más importantes obras del comunismo científico; a la luz de la experiencia de la Comuna de París, desarrolló aún más las tesis fundamentales de las enseñanzas marxistas sobre la lucha de clases, el Estado, la revolución y la dictadura del proletariado. Fue escrita como Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores para todos sus miembros en Europa y los Estados Unidos. Tan pronto como fue proclamada la Comuna de París, Marx empezó a coleccionar y estudiar meticulosamente los materiales, acerca de la Comuna, que pudieran conseguirse de fuentes tales como los periódicos franceses, ingleses y alemanes, y en cartas llegadas de París. En una reunión del Consejo General celebrada el 18 de abril de 1871, Marx propuso que el Consejo emitiera un manifiesto dirigido a todos los miembros de la Internacional sobre "la tendencia general de la lucha" en Francia. El Consejo encargó a Marx redactar el manifiesto y entonces él comenzó el trabajo el 18 de abril y continuó trabajando en esto hasta fines de mayo. Escribió el Primero y Segundo Borradores de La Guerra Civil en Francia. Luego, se dedicó a completar el texto final. El 30 de mayo de 1871, dos días después de que la última barricada callejera levantada en París cayera en las manos de las tropas de Versalles, el Consejo aprobó por unanimidad el texto final del Manifiesto redactado por Marx.
La caída de la Comuna de París colocó a la Internacional en una situación imposible. Viose empujada al primer plano de la historia europea, en un momento en que por todas partes tenía cortada la posibilidad de una acción práctica y eficaz. Los acontecimientos que la erigían en séptima gran potencia le impedían, al mismo tiempo, movilizar y poner en acción sus fuerzas combativas, so pena de llevar a una derrota infalible al movimiento obrero y de contenerlo por varios decenios. Además, por todas partes pugnaban por colocarse en primera fila elementos que intentaban explotar, para fines de vanidad o de ambición personal, la fama, que tan súbitamente había crecido, de la Asociación, sin comprender la verdadera situación de la Internacional o sin preocuparse de ella. Había que tomar una decisión heroica, y fue, como siempre, Marx quien la tomó y la hizo prosperar en el Congreso de La Haya.
En un acuerdo solemne, la Internacional se desentendió de toda responsabilidad por los manejos de los bakuninistas, que eran el eje de aquellos elementos insensatos y poco limpios; luego, ante la imposibilidad de cumplir también, frente a la reacción general, las exigencias redobladas que a ella se le planteaban y de mantener en pie su plena actividad, más que por medio de una serie de sacrificios, que necesariamente habrían desangrado el movimiento obrero, la Internacional se retiró provisionalmente de la escena, trasladando a Norteamérica el Consejo General. Los acontecimientos posteriores han venido a demostrar cuán acertado fue este acuerdo, tantas veces criticado por entonces y después. De una parte, quedaron cortadas de raíz, y siguieron cortadas en adelante, las posibilidades de organizar en nombre de la Internacional vanas intentonas, y de otra parte, las constantes y estrechas relaciones entre los partidos obreros socialistas de los distintos países demostraban que la conciencia de la identidad de intereses y de la solidaridad del proletariado de todos los países, despertada por la Internacional, llega a imponerse aun sin el enlace de una asociación internacional formal que, por el momento, se había convertido en traba.
Después del Congreso de La Haya, Marx volvió a encontrar tiempo para escribir en 1875 "La Crítica al Programa de Gotha" consta de observaciones críticas al proyecto del futuro partido obrero unificado de Alemania. El proyecto pecaba de graves errores y hacía concesiones de principio a los lassalleanos. Marx y Engels a la vez que aprobaban la creación del partido socialista único de Alemania, se pronunciaron en contra del compromiso ideológico con los lassalleanos y lo sometieron a dura crítica. Al publicar la "Crítica del Programa de Gotha" Engels, que tropezó con cierta resistencia por parte de los dirigentes de la socialdemocracia alemana, como también de Dietz, editor de "Die Neue Zeit" («Tiempos Nuevos»)y del redactor C. Kautsky, tuvo que hacer algunas enmiendas y omitir ciertos pasajes del texto. El trabajo de Marx fue acogido con satisfacción por la masa fundamental de los miembros del partido alemán y por los socialistas de otros partido, que vieron en él un documento programático para todo el movimiento socialista internacional. Junto con la Crítica del Programa de Gotha Engels publicó la carta de Marx a Bracke del 5 de Mayo de 1875, directamente relacionada con la obra.
En el Congreso de Gotha, celebrado del 22 al 25 de mayo de 1875, se unieron las dos corrientes del movimiento obrero alemán: el Partido Obrero socialdemocrata (Los Eisenachianos), dirigidos por A. Bebel y W. Liebkecht, y la lassalleana Asociación de General de Obreros Alemanes. el partido unificado adopto la denominación de Partido Obrero Socialista de Alemania. Así se logró superar la escisión en las filas de la clase obrera alemana. El proyecto de programa del partido unificado, propuesto al Congreso de Gotha, pese a la dura crítica que habían hecho Marx y Engels, fue aprobado por el Congreso con insignificantes modificaciones.
Tras la eliminación y represión de la Comuna parisina, en la que habían participado miembros de la I Internacional, la influencia de esta organización disminuyó y Marx recomendó trasladar su sede a Estados Unidos. Los últimos ocho años de la vida del filósofo estuvieron marcados por una incesante lucha contra las dolencias físicas que le impedían trabajar en sus obras políticas y literarias. Los manuscritos y notas encontrados en Londres después de su muerte, ocurrida el 14 de marzo de 1883, revelan que estaba preparando un cuarto volumen de El capital que recogería la historia de las doctrinas económicas; estos fragmentos fueron revisados por el socialista alemán Karl Johann Kautsky y publicados bajo el título de Teorías de la plusvalía (4 volúmenes, 1905-1910). Asimismo, Marx planeaba realizar distintos trabajos que comprendían investigaciones matemáticas, aplicaciones de éstas a problemas económicos y estudios sobre aspectos históricos de varios desarrollos tecnológicos.
De los muchos e importantes descubrimientos con que Marx ha inscrito su nombre en la historia de la ciencia, sólo dos podemos destacar aquí.
La industria artesana fue desplazada en las ramas más importantes por la manufactura de tipo ya fabril, y ésta, a su vez, por la gran industria, que habían hecho posible los inventos del siglo pasado, principalmente la máquina de vapor, y que a su vez repercutió sobre el comercio, desalojando, en los países atrasados, al antiguo trabajo manual y creando, en los más adelantados, los modernos medios de comunicación, los barcos de vapor, los ferrocarriles, el telégrafo eléctrico.
De este modo, la burguesía iba concentrando en sus manos, cada vez más, la riqueza social y el poder social, aunque tardó bastante en conquistar el poder político, que estaba en manos de la nobleza y de la monarquía, apoyada en aquélla. Pero al llegar a cierta fase -en Francia, desde la gran Revolución-, conquistó también éste y se convirtió, a su vez, en clase dominante frente al proletariado y a los pequeños campesinos.Por primera vez se erigía la historia sobre su verdadera base; el hecho palpable, pero totalmente desapercibido hasta entonces, de que el hombre necesita en primer término comer, beber, tener un techo y vestirse, y por tanto, trabajar, antes de poder luchar por el mando, hacer política, religión, filosofía, etc.; este hecho palpable, pasaba a ocupar, por fin, el lugar histórico que por derecho le correspondía.
Y de que las fuerzas productivas de la sociedad, que crecen hasta escapársele de las manos a la burguesía, sólo están esperando a que tome posesión de ellas el proletariado asociado, para crear un estado de cosas que permita a cada miembro de la sociedad participar no sólo en la producción, sino también en la distribución y en la administración de las riquezas sociales, y que, mediante la dirección planificada de toda la producción, acreciente de tal modo las fuerzas productivas de la sociedad y su rendimiento, que se asegure a cada cual, en proporciones cada vez mayores, la satisfacción de todas sus necesidades razonables.
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